TALLER 
CABOS SUELTOS



Bitácora como forma:  investigación en movimiento / Sobre cuerpo, imagen y archivo

Aprender implica un desdoblamiento, un hallazgo, una especie de recuerdo y también un eco de extrañeza y sorpresa. Elaboro experiencias y espacios donde el cuerpo funciona como inteligencia, y donde lo colectivo se vuelve indispensable. Me interesa que el taller piense su propio hacer: que la práctica se convierta en conversación, que la imagen sea excusa para pensar en voz alta, que el encuentro sea una forma de expandir lo que entendemos por conocimiento. 

La conversación, en ese sentido, no es solo un intercambio: es una manera de hacer mundo. Pongo a disposición ejercicios, lecturas y propuestas que habilitan condiciones de posibilidad: espacios donde cada quien pueda encontrar y diseñar sus propias herramientas. Se acompaña, se invita, se abre. Cada encuentro es un trayecto compartido en el que se respeta el ritmo, la duda, el deseo y la singularidad de cada proceso.

La bitácora se vuelve un territorio posible: no un cuaderno de apuntes, sino un espacio de resonancia. Un mapa mutable, vital, que aloja fragmentos, anotaciones, dudas, interferencias, intuiciones. Una forma gráfica del pensamiento en curso, capaz de trazar conexiones impensadas entre lo íntimo, lo técnico y lo político. Se alimenta de materiales disponibles: nada es menor.

Todo puede ser materia(L)idades si se lo observa y escucha: si se presta-atención. ¿Qué hacemos con las cosas? ¿Desde dónde se las vuelve a mirar?. El archivo, lejos de su función clasificatoria, se entiende como campo de afectación. En vez de preservar, contamina. En lugar de ordenar, desborda. La pregunta deja de ser cómo almacenar para convertirse en cómo contaminarse cómo se convidan esas cosas.

¿Qué se activa cuando volvemos a tocar una imagen, cuando repetimos un gesto, cuando hacemos, no para reproducir sino para torcer el trazo original? El montaje es el ritmo de esta investigación. No es un orden cronológico ni un índice temático. 

Es una coreografía de materiales que se rozan, se solapan, se contradicen. Cada elemento provoca al siguiente, lo incomoda, lo empuja a moverse. El sentido se construye: una metodología situada, porosa, donde el procedimiento no es la antesala de un resultado, sino el hallazgo mismo.

La práctica se entiende como un ensayo expandido: ¿Cómo pensar con el cuerpo? ¿Cómo registramos conjuntamente? ¿Qué puede una imagen cuando se la deja respirar? ¿Cómo leer un archivo? ¿Y si toda metodología fuera apenas un mapa dibujado con lápiz, dispuesto a correrse con cada conversación, cada error, cada descubrimiento? 

Este espacio no busca estabilizar una práctica, sino ensayar formas de percepción que se nos escapan. Se mueve entre la teoría y el delirio, entre la disciplina y su ruptura. Es una invitación a perderse. A calcar con la mano temblorosa. A copiar con intuición. A repetir con fisuras. Lo que se despliega aquí es un tejido. Una trama que se construye a medida que se escribe, en el temblor. 

Una investigación que no se propone explicar, sino desorganizar lo dado para dejar aparecer otras maneras de ver, de estar, de pensar con otrx