4ta edición, 2019.
Resultado de experiencia en el pueblo de Martinez de Hoz, Lincoln.
Texto / reflexiones por Valeria Rovatti
Como primera consigna me propuse ir haciendo lo que iba aconteciendo, sin planear nada, iba a donde era invitada - como me hospedaba en lo de Pichón, la pulpería local, todos sabían dónde encontrarme, entonces el contacto con los vecinos, fue directo y desde un principio. Así conocí a mi tocaya, Valeria Alonso, vecina del pueblo. También a Cristhian, Ciro y otros estudiantes de la Escuela Primaria y Secundaria como Martina, Mía y Clara. Tomé mates con otras personas, entre ellas, Bocha y Elsa, quienes luego me presentaron a Hebe. Así sucesivamente.
Siguiendo la agenda improvisada de conversaciones, invitaciones y paseos guiados por vecinos del pueblo, pude notar cierto dinamismo de movimientos constantes por los barrios, lo que me impulsó a prestarle especial atención a los desplazamientos y al flujo de circulación de los cuales el pueblo es escenario.
Comencé, entonces, a reflexionar sobre cómo afectaban nuestros propios desplazamientos y caminatas, que se volvieron rutinarias y cotidianas, en las que siempre algún curioso se incorporaba, e íbamos, conjuntamente señalando y haciendo evidente diferentes puntos activos y en constante transformación.
Así llegamos a ´´los terrenos del fondo´´, espacios verdes señalizados en el borde de Martínez de Hoz para la concreción de nuevas viviendas. Trasladándonos en conjunto desde el centro hacia aquella zona deshabitada, comenzamos a hacer presente el cuerpo en aquel espacio, frecuentándolo diariamente.
En aquellos terrenos aparentemente vacíos, en donde sólo quedaba imaginar, hicimos ejercicios para construir futuras casas desde la memoria y lenguaje corporal.
Siguiendo la agenda improvisada de conversaciones, invitaciones y paseos guiados por vecinos del pueblo, pude notar cierto dinamismo de movimientos constantes por los barrios, lo que me impulsó a prestarle especial atención a los desplazamientos y al flujo de circulación de los cuales el pueblo es escenario.
Comencé, entonces, a reflexionar sobre cómo afectaban nuestros propios desplazamientos y caminatas, que se volvieron rutinarias y cotidianas, en las que siempre algún curioso se incorporaba, e íbamos, conjuntamente señalando y haciendo evidente diferentes puntos activos y en constante transformación.
Así llegamos a ´´los terrenos del fondo´´, espacios verdes señalizados en el borde de Martínez de Hoz para la concreción de nuevas viviendas. Trasladándonos en conjunto desde el centro hacia aquella zona deshabitada, comenzamos a hacer presente el cuerpo en aquel espacio, frecuentándolo diariamente.
En aquellos terrenos aparentemente vacíos, en donde sólo quedaba imaginar, hicimos ejercicios para construir futuras casas desde la memoria y lenguaje corporal.
´´Acá está la ventana´´, dijo Valeria, vecina y tocaya, dueña de uno de los terrenos, e hizo un gesto con las manos y el cuerpo todo, siendo la ventana o señalándola como si estuviese delante de nosotros.
Con la cámara de testigo y la ayuda de algunos jóvenes, que poco tardaron en ofrecerse, comenzamos a registrar todas las secuencias. Se trató de una serie de diálogos donde Valeria era la entrevistada y el resto, entre preguntas y dudas, éramos guiados a caminar sobre su terreno en todas las direcciones posibles, siguiendo sus indicaciones.
Con la cámara de testigo y la ayuda de algunos jóvenes, que poco tardaron en ofrecerse, comenzamos a registrar todas las secuencias. Se trató de una serie de diálogos donde Valeria era la entrevistada y el resto, entre preguntas y dudas, éramos guiados a caminar sobre su terreno en todas las direcciones posibles, siguiendo sus indicaciones.
Con una lógica de juego e improvisación, nos mostró con el cuerpo lo que nos contaba con la palabra: así visitamos su futura casa. Sus movimientos, creados desde la potencia de la imaginación, dieron cuenta de lo posible, probable aunque no certero.
´´La noción de un espacio realmente habitado trasciende la geometría y las medidas exactas´´ (…) La imaginación, en sus acciones vivas, nos desprende a la vez del pasado y de la realidad, se abre en el porvenir. (Gastón Bachelard).
Durante la actividad de cierre, nos reunimos donde era de esperarse: en los terrenos del fondo. Confeccionamos una especie de teatro con un arco y tela improvisados.
A modo de señalamiento, aquel telón dejó inaugurado los TERRENOS O ESCENARIO DE ACONTECIMIENTOS. Allí, con una merienda compartida, contamos entre todos las experiencias de cada uno, lo que derivó en relatos personales y cuentos sobre el pueblo, así como también algunos poemas tradicionales recitados por los más chicos que, entusiasmados, querían participar.
Entonces les propuse una última actividad: hacer el mismo ejercicio de imaginación pero con la ayuda de un elástico de varios metros de largo y recordando los espacios propios, reales y actuales. Sucedió que ya no era posible seguir en fila al que imaginaba su casa. El ejercicio se transformó. Para bocetar un dibujo en el espacio, era necesaria la activa colaboración conjunta. Por turnos, armamos la cocina de uno, la habitación de otro hasta que terminamos recordando, entre todos, la plaza del pueblo. Cuando uno recordaba, el resto seguía sus indicaciones y tensaba o aflojaba el elástico, para agrandar, achicar o modificar las formas. Incluso, algunos que conocían la casa de otro vecino, interrumpían para opinar y dar sus puntos de vista.
El elástico, también utilizado como juego, permitió que la actividad se mantuviera con esa lógica. Es un material que se afecta, sensible al mínimo gesto y que, en tensión, cumple su característica fundamental: dar elasticidad. El cuidado en grupo fue de suma importancia dado que, de no ser así, un mal movimiento podía perjudicar a otro. Jugando con el elástico, habilitamos otras instancias de reflexión y modos de negociación con la realidad, otras formas de conocimiento.
Habitando ´´el fondo´´ en conjunto, entendimos que fue un modo de in-corporarlo: la planta perimetral que delimita gráficamente la forma y el espacio que ocupa Martínez de Hoz, se sigue transformando y no necesariamente reduciendo (como suele pasar en muchos pueblos). De este modo se originó una nueva configuración de un mapa re-pensado a partir de un gesto mínimo y concreto: estar presente. Permitiéndonos revisar, construir otras ideas e imaginarios posibles. Una nueva postura y forma de ver y estar en el mundo que conocemos. Así, la configuración del pueblo, la circulación y sus lógicas internas de movimiento y relaciones sociales se vieron alteradas.
´´Hacernos sensibles a la función de habitar, hasta el punto de convertirla en réplica imaginaria de la función de construir´´ (Gastón Bacherlard)
Durante la actividad de cierre, nos reunimos donde era de esperarse: en los terrenos del fondo. Confeccionamos una especie de teatro con un arco y tela improvisados.
A modo de señalamiento, aquel telón dejó inaugurado los TERRENOS O ESCENARIO DE ACONTECIMIENTOS. Allí, con una merienda compartida, contamos entre todos las experiencias de cada uno, lo que derivó en relatos personales y cuentos sobre el pueblo, así como también algunos poemas tradicionales recitados por los más chicos que, entusiasmados, querían participar.
Entonces les propuse una última actividad: hacer el mismo ejercicio de imaginación pero con la ayuda de un elástico de varios metros de largo y recordando los espacios propios, reales y actuales. Sucedió que ya no era posible seguir en fila al que imaginaba su casa. El ejercicio se transformó. Para bocetar un dibujo en el espacio, era necesaria la activa colaboración conjunta. Por turnos, armamos la cocina de uno, la habitación de otro hasta que terminamos recordando, entre todos, la plaza del pueblo. Cuando uno recordaba, el resto seguía sus indicaciones y tensaba o aflojaba el elástico, para agrandar, achicar o modificar las formas. Incluso, algunos que conocían la casa de otro vecino, interrumpían para opinar y dar sus puntos de vista.
El elástico, también utilizado como juego, permitió que la actividad se mantuviera con esa lógica. Es un material que se afecta, sensible al mínimo gesto y que, en tensión, cumple su característica fundamental: dar elasticidad. El cuidado en grupo fue de suma importancia dado que, de no ser así, un mal movimiento podía perjudicar a otro. Jugando con el elástico, habilitamos otras instancias de reflexión y modos de negociación con la realidad, otras formas de conocimiento.
Habitando ´´el fondo´´ en conjunto, entendimos que fue un modo de in-corporarlo: la planta perimetral que delimita gráficamente la forma y el espacio que ocupa Martínez de Hoz, se sigue transformando y no necesariamente reduciendo (como suele pasar en muchos pueblos). De este modo se originó una nueva configuración de un mapa re-pensado a partir de un gesto mínimo y concreto: estar presente. Permitiéndonos revisar, construir otras ideas e imaginarios posibles. Una nueva postura y forma de ver y estar en el mundo que conocemos. Así, la configuración del pueblo, la circulación y sus lógicas internas de movimiento y relaciones sociales se vieron alteradas.
´´Hacernos sensibles a la función de habitar, hasta el punto de convertirla en réplica imaginaria de la función de construir´´ (Gastón Bacherlard)
TRANSLATION
As a first guideline, I set out to simply follow whatever happened, without planning anything. I went wherever I was invited – since I was staying at Pichón’s, the local pulpería, everyone knew where to find me, so contact with the neighbors was direct from the very beginning. That’s how I met my namesake, Valeria Alonso, a town resident. Also Cristhian, Ciro, and other students from the Primary and Secondary School, like Martina, Mía, and Clara. I shared mate with other people, among them Bocha and Elsa, who later introduced me to Hebe. And so on, successively.
Following this improvised schedule of conversations, invitations, and guided walks led by the townspeople, I noticed a certain dynamism of constant movement across the neighborhoods, which prompted me to pay special attention to the displacements and flows of circulation for which the town is a stage.
I then began to reflect on how our own movements and walks—repeated daily and turned into routines—were affected, with curious neighbors often joining in, as together we pointed out and made visible different active spots in constant transformation.
That’s how we arrived at “los terrenos del fondo” (“the back lots”), green areas marked on the edge of Martínez de Hoz for the construction of new housing. Walking there together from the center toward that uninhabited zone, we began to make our bodies present in that space by frequenting it daily. In those apparently empty lots, where only imagination could fill in, we carried out exercises to build future houses through memory and body language. “Here’s the window,” said Valeria, my namesake and owner of one of the lots. She gestured with her hands and her whole body, becoming the window or pointing to it as if it stood right before us.
With the camera as witness and with the help of some young people—who were quick to volunteer—we began recording all the sequences. It was a series of dialogues in which Valeria was the interviewee, and the rest of us, between questions and doubts, were guided to walk across her land in every possible direction, following her indications.
With a logic of play and improvisation, she showed us with her body what she told us with her words: in this way, we visited her future house. Her movements, born from the power of imagination, testified to what was possible, probable, though not certain.
“The notion of a truly inhabited space transcends geometry and exact measurements. (…) Imagination, in its living actions, frees us both from the past and from reality; it opens toward the future.” (Gastón Bachelard)
As a first guideline, I set out to simply follow whatever happened, without planning anything. I went wherever I was invited – since I was staying at Pichón’s, the local pulpería, everyone knew where to find me, so contact with the neighbors was direct from the very beginning. That’s how I met my namesake, Valeria Alonso, a town resident. Also Cristhian, Ciro, and other students from the Primary and Secondary School, like Martina, Mía, and Clara. I shared mate with other people, among them Bocha and Elsa, who later introduced me to Hebe. And so on, successively.
Following this improvised schedule of conversations, invitations, and guided walks led by the townspeople, I noticed a certain dynamism of constant movement across the neighborhoods, which prompted me to pay special attention to the displacements and flows of circulation for which the town is a stage.
I then began to reflect on how our own movements and walks—repeated daily and turned into routines—were affected, with curious neighbors often joining in, as together we pointed out and made visible different active spots in constant transformation.
That’s how we arrived at “los terrenos del fondo” (“the back lots”), green areas marked on the edge of Martínez de Hoz for the construction of new housing. Walking there together from the center toward that uninhabited zone, we began to make our bodies present in that space by frequenting it daily. In those apparently empty lots, where only imagination could fill in, we carried out exercises to build future houses through memory and body language. “Here’s the window,” said Valeria, my namesake and owner of one of the lots. She gestured with her hands and her whole body, becoming the window or pointing to it as if it stood right before us.
With the camera as witness and with the help of some young people—who were quick to volunteer—we began recording all the sequences. It was a series of dialogues in which Valeria was the interviewee, and the rest of us, between questions and doubts, were guided to walk across her land in every possible direction, following her indications.
With a logic of play and improvisation, she showed us with her body what she told us with her words: in this way, we visited her future house. Her movements, born from the power of imagination, testified to what was possible, probable, though not certain.
“The notion of a truly inhabited space transcends geometry and exact measurements. (…) Imagination, in its living actions, frees us both from the past and from reality; it opens toward the future.” (Gastón Bachelard)
As a gesture of marking, that curtain inaugurated the LOTS OR STAGE OF EVENTS. There, sharing an afternoon snack, we told one another our experiences.
This gave way to personal stories and tales about the town, as well as traditional poems recited by the youngest participants, eager to join in.
Then I suggested one last activity: to repeat the same exercise of imagination but now with the help of a long elastic band, while recalling our own real and current spaces. What happened was that it was no longer possible to follow in line behind the one imagining their house.
The exercise transformed.
To sketch a drawing in space, active collaboration was needed. Taking turns, we created one person’s kitchen, another’s bedroom, until we all ended up recalling the town square together.
When one remembered, the rest followed their directions, stretching or loosening the elastic to enlarge, shrink, or modify the shapes. Sometimes, others who knew a neighbor’s house would interrupt to give their own input and perspectives.
The elastic, also used as a game, allowed the activity to retain that playful logic. It is a material that is affected, sensitive to the slightest gesture, and in tension fulfills its fundamental feature: elasticity.
Group care was essential, since without it, a wrong movement could harm someone else. Playing with the elastic opened up further opportunities for reflection and new ways of negotiating with reality, other modes of knowledge.
By inhabiting “the back” together, we understood it as a way of in-corporating it: the perimeter outline that graphically defines the shape and space Martínez de Hoz occupies continues to transform, not necessarily shrinking (as often happens in many towns). Thus a new configuration emerged—a reimagined map from a minimal, concrete gesture: being present.
This allowed us to revisit and build other ideas and possible imaginaries. A new stance and way of seeing and being in the world we know. In this way, the configuration of the town, its circulation, and its internal logics of movement and social relations were altered.
“To make ourselves sensitive to the function of inhabiting, to the point of turning it into an imaginary replica of the function of building.” (Gastón Bachelard)
Trabajé en una serie de experimentaciones con materiales adquiridos en el mercado de Callao: malla de plástico, bolsas de compras y, a su vez, con diversos elementos encontrados en las calles del puerto.
Considerando el mosquitero como un textil, desarmé la estructura de la trama para alterar el uso original del material. Así, despojado de su función, situado entre lo que era y lo que podría llegar a ser, el mosquitero se convirtió en una alfombra, en un tapiz, en otra cosa.
Los dibujos, por su parte, son patrones que toman como referentes diseños peruanos presentes en alfombras y otros textiles propios del contexto (Lima, Perú). Surgieron a partir del estudio de los diseños precolombinos presentes en los museos y galerías locales que visité.
Los dibujos, por su parte, son patrones que toman como referentes diseños peruanos presentes en alfombras y otros textiles propios del contexto (Lima, Perú). Surgieron a partir del estudio de los diseños precolombinos presentes en los museos y galerías locales que visité.